Te he estado
esperando toda mi vida.
A diario sufría. Ni medios limones ni mandarinas agrias. Probaba creyendo que eras tú ya que, desconocía tu rosto, solo tu poema conocía.
[...]
Pasado un tiempo, caí en un enorme pozo donde, una
doncella rescató mi presente, espolvoreando mi pasado y mostrándome la luz
hacia el futuro.
-Disculpa
que ande perdido -le
dije arrepentido-
jamás sabrá cuan agradezco su presencia y ayuda pero camino sin rumbo.
Ella sonrió y comenzó a caminar a mi lado, sin
apartarse un solo instante a pesar del irregular camino que le ofrecía.
Yo le observaba a cada paso y la seguía sin darme
cuenta. Le pregunté por qué seguía en mi camino y recogiendo mi cuerpo tantas veces
como caía, a lo que ella respondió sin perder la hermosura en su rostro:
-Me
hallo en su camino, para mostrarle su rumbo porque, vos sois mi doncel y
nuestro destino, el futuro.