jueves, 14 de agosto de 2014

Café de reflexiones.

Hola, 
escribo desde el café, donde tomo un dulce café con leche y canela sentado en una mesa de madera oscura y envuelto por un vaivén del reloj antiguo con péndulo dorado que hay en la esquina de mi mano izquierda y no hay nadie más que yo. De no ser porque me acaban de traer el café, diría que hasta el dueño de esto es el aire que sopla suavemente desde la ventana moviendo ligeramente las cortinas blanco-viejo. Sinceramente, este lugar casi abandonado, es el lugar ideal para tomarse su tiempo, relajarse y reflexionar.
Suena de fondo una canción, diría que un inspirador jazz instrumental así que aquí os voy a poner algunas de mis reflexiones que plasmé en un trozo de servilleta algo viejo y el bolígrafo que siempre llevo en el bolsillo de mi camisa blanca, nunca sabes cuando será el momento en que necesites escribir algo. Y ahí va:


Desde que nacemos tenemos sentimientos y sufrimos ya sea por cosas que exigimos o nos hacen cuando somos bebés como cuando ya somos mayores, la cosa es que el ser humano sufre desde que nace y , en algunos casos, hasta que muere, incluído su día en casos extremos. Yo solo espero que llegue un día donde los que no tenemos maldad (y en este tramo me incluyo), seamos compensados con muchas sonrisas tanto como de lágrimas hemos sido cubiertos y, aunque a veces perdemos esperanzas, siempre hay un puntito preparado para alertarte: "espera, puede que esa/s persona/s puedan ser la clave" y aunque te cansas de caer, no dejas de intentarlo sin perder esperanza de encontrarlo... La cosa es: ¿Nos llegará a todos lo que buscamos o podrá ser injusta la vida eternamente para algunos?

La pregunta quedó en el aire, tomé un sorbo de mi café dulzón, me recoste sobre la silla de madera oscura a juego con la mesa y me autoanimé un poco:

Bueno, la vida no puede ser injusta ya que uno mismo debe atraer a raíz de lo que aprende. Si no queremos sufrir más, tenemos que perseguir la felicidad aunque tropecemos mil y una vez con la misma piedra pero nunca caer. 

Lo que nunca podré explicarme es cómo el ser aprende pero nunca aprende, nos gusta dañarnos con nuestro propio aprendizaje quizá por miedo a que otra cosa lo haga. 

Tuve que hacer una pausa para pedirle el bolígrafo al camarero, el mío había perdido su sangre azul entre tanta reflexión como aquel día hice pero solo pude poner esto porque el resto fueron reflexioes alternas y emborronadas ya que perdían su sentido entre una cosa y otra sin enlace alguno pero todas del estilo, lamentando mi mala vida y autoanimandome. Así que me cansé,  arrugué el resto de papeles y me quedé con esto:

"No malgastes tu vida donde ya has vivido porque a veces es mejor esperar a que llegue que buscar el rechazo". 


Remarqué.