domingo, 11 de noviembre de 2018

Del mar, una vida.

En un mar bravo me quede atrapado. Revuelto y desorientado. Heterogéneo y bipolar.



De un mar salí rasgado, volcado por sus olas enfurecidas.



No quería, lo veía venir. Miraba al horizonte a conciencia que cada ola me arrastraría más hondo, me quedaba esperanzado en que acompañase mi nado pero un remolino me hundió.



Tocado y hundido en busca de ver la luz. No veía, creía ver pero volvía a anochecer.



Ojos que se cerraban sin saber... Perdido no me quería ver.

Mi cuerpo, pequeño, vacío... Quizá un tanto torpe se movía sin control.



¡Para! - me dije.

Para y déjate llevar...



Un ancla, un barco.

Me aferré con fuerza a aquella cuerda, entonces subí como un pez Koi desorientado esperando convertirme en aquel dragon tan deseado por su fortaleza y su vitalidad.



Frágil y vulnerable. Quería huir mientras tomaba el mando de aquel barco de capitán perdido.



Una tabla me acompañaba, tres semanas de duro viaje y una historia que todavía desconocía.



¡Agua va! - y divisaba la costa, y divisaba más olas... Y tenía una tabla nueva.

Me lancé encima de una suave cresta dejándome llevar como un niño.



Mi costa, mi querida costa... Mis olas, mis queridas olas y, como no, mi tiempo, mi libertad...mi yo, mi querido yo. 



Volvía a romper olas sin dejar que ninguna me volcase nuevamente.



Años de felicidad. Años de libertad...

Y ahora tu... Cámara en mano y yo surfeaba para ti.



Prueba mi libertad. Te invito a una ola.